
Nunca he hecho viajes astrales o cosas por el estilo y desde chica no le he permitido el vuelo a mi imaginación, tal como ya lo he comentado anteriormente.
Sin embargo, un día estando en la camilla para un masaje, la terapeuta puso una música de meditación y me hizo cerrar los ojos. Al rato, sin habérmelo propuesto, me conecté con mi niña interior y le pregunté si le gustaba que le masajeasen los pies y que iba a tratar de mimarla un poco más de lo que lo había hecho hasta ahora.
Repentinamente veo frente mío, aunque a cierta distancia, a Alexiis, realmente una diosa, no con túnicas largas, sino con algo que parecía como un ropaje de cuero, pero tampoco suelto, sino bien al cuerpo, pero lo interesante era que irradiaba una hermosa luz, en plena juventud, con el pelo largo ondeando al viento.


También apareció Auralias, mi ballena y me miró como sonriendo estando contenta de que me podía soltar y dejar ir, o sea mis propias restricciones, y que podía jugar como si fuera un chico.
Este ir y venir por el agua siguió por un buen rato, cuando me comenzó a aparecer el paisaje de un hermoso bosque. Es como que había salido del agua y me estaba internando en el bosque, iluminado por los rayos del sol que se filtraban a través de los árboles, pisando el suelo suave, lógicamente descalza.

OBSERVACION
Nunca me volví a acordar del detalle de haber visto un ciervo, pero ahora que lo escribo repentinamente comienzo a comprender que ya en aquel momento me quería llevar a un sitio de suma importancia para toda mi evolución, pero no lo pudo hacer.
Hoy, en noviembre del 2006, puedo comprender que esto era así ya que durante mi segunda visita a Hawaii, en la lectura que tuve con Hesterectoramus, apareció este ciervo y ahí si me llevó. Más adelante lo comentaré.
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